miércoles, 14 de noviembre de 2012

SÁBADO 17 DE NOVIEMBRE DE 2012

PROPÓSITO: 

EVALUACIÓN FINAL

ACTIVIDADES

1. Redactar la relatoria sobre las Políticas Públicas.
2. Explicar la Política Pública del Gobierno actual, sobre el sector externo que afecte el turismo  en Colombia.
3. Lectura complementaria:



Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos
Santiago Arroyave Alzate
Resumen
Las políticas públicas se han consolidado como una herramienta esencial en el ejercicio académico y práctico de la gestión pública. En la actualidad este tipo de políticas son la plataforma de los planes, programas y proyectos dirigidos a resolver parte de los conflictos sociales existentes. Ahora bien, vale preguntarse: ¿Han sido las políticas públicas un instrumento efectivo para la resolución de anomalías y problemáticas de las comunidades, gremios y otros grupos de interés? O por el contrario, ¿han sido un elemento de legitimación electoral de la administración, con un bajo impacto en el sistema político?
Palabras clave: Políticas públicas, comunidad, Gobierno, académi­cos, grupos de interés, programas, planes, proyectos, tecnocracia, empoderamiento.

Introducción

Actualmente las políticas públicas se han desdibujado como concepto a consecuencia de la incapacidad de los círculos académicos y de los fun­cionarios por crear un consenso y definir qué son, qué hacen y cómo fun­cionan. Así mismo, el estudio e implementación de la política contiene vacíos académicos y técnicos, resultado del poco tiempo que lleva su uti­lización y los altos grados de empirismo con que se ejecutan. Por lo tanto, comencemos por intentar una delimitación teórica de lo que es y lo que no es una política pública.
Al decir de Andre Roth, “existe la política pública siempre y cuando las instituciones estatales asuman total o parcialmente la tarea de alcanzar objetivos estimados como deseables o necesarios, por medio de un pro­ceso destinado a cambiar un estado de cosas percibido como problemá­tico” (Roth, 2007, p. 27). Asimismo, Alejo Vargas establece que la política pública es “el conjunto de iniciativas, decisiones y acciones del régimen político frente a situaciones socialmente problemáticas” (Vargas, 2007, p. 85). Jorge Iván Cuervo señala al referirse a las políticas públicas que son “el flujo de decisiones en torno de un problema que ha sido considerado público y ha ingresado en la agenda del Estado” (Cuervo, 2008, p. 79).
Se entiende por políticas públicas un conjunto de instrumentos a través de los cuales el Estado, luego de identificar una necesidad (económica,


Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos

Política, ambiental, social, cultural, entre otras), implementa un conjunto de medidas reparadoras, construidas con la participación de los grupos afectados por los diversos problemas. Este tipo de inclusión se puede hacer en una doble vía: por un lado, un esquema tradicional y tecnocrá­tico sustentado en la formulación e implementación de políticas prove­nientes desde el Estado; procesos verticales y excluyentes como los actos administrativos,1 donde los grupos afectados por la política son entendi­dos como centro de análisis y legitimación del proceso, pero estos actores diferentes al Gobierno no son tenidos en cuenta en la formulación, imple­mentación y evaluación de las políticas. Este enfoque de inputs y ouputs, donde la sociedad demanda y el Estado responde sin tener en cuenta las consideraciones de la comunidad ha sido incapaz de descifrar de manera efectiva los problemas que le corresponde solucionar, esto en gran parte determinado por:
• La omisión de las comunidades afectadas al momento de identificar y elaborar la política.
• La ausencia de una población que le dé vida a la política pública y la lleve más allá del papel.
Por otro lado, están las políticas públicas formuladas y ejecutadas toman­do como centro de construcción una interacción entre las comunidades, la administración y los grupos de interés (ONG, gremios, sindicatos, partidos políticos, academia y otros colectivos de la sociedad civil). En este enfoque de política el Gobierno cumple un rol más formal, pues la ciudadanía y los grupos de interés asumen una construcción en conjunto de la política, y la administración se adjudica una función formal, encar­gándose del diseño normativo, de su introducción al plan de Gobierno o conversión en ley, y de la asignación presupuestal para su ejecución, mientras los ciudadanos y los grupos organizados ejercen una construc­ción social, son los que se encargan de ejecutarla y trabajar con las comu­nidades afectadas. Ver Cuadro 1.
1 Vale aclarar que un acto administrativo no es una politica pública, pero algu­nas se han formulado con la misma verticalidad, ejemplo de éstas son las po­liticas decretadas por los Concejos Municipales, las Asambleas y el Congreso.[98] FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.
Cuadro 1. Construcción de una política pública de manera horizontal
G. Arboleda, (2008, p. 71) nos ilustra qué tipo de políticas públicas y enfo­ques podemos encontrar, cuáles son las características generales de cada uno, cómo se clasifican según su enfoque, campo de acción, finalidad, procedencia,

1. Desafíos teórico-prácticos



Luego de la claridad conceptual anterior es necesario medir el nivel de eficiencia de las políticas públicas, cuáles son sus puntos de desequilibrio y cuáles son sus retos. Para esto es necesario retomar las preguntas del comienzo. ¿Han sido las políticas públicas un instrumento eficiente para la resolución de las anomalías y problemáticas de las comunidades, gre­mios y otros grupos de interés? O por el contrario, ¿han sido un elemento de legitimación electoral de la administración, con un bajo impacto en el sistema político? Y de ser así, ¿qué ha pasado con las falencias políticas, económicas, sociales, ambientales y culturales presentes en el sistema po­lítico colombiano?
Ante estos interrogantes puede decirse que a nivel nacional, las políticas públicas desde su implementación han mostrado grosso modo tres gran­des retos:
Primero, en lo conceptual contienen una idea de empoderamiento, in­clusión, horizontalidad, planeación y eficacia que, realmente, están muy lejos de observarse en su ejecución. De ahí que en un gran número estas políticas son resultado de actos administrativos y procesos tecnocráticos, consecuencia de interacciones entre grupos políticos y grupos de inte­rés que no tienen una claridad conceptual sobre lo que es y no es una política pública, un proyecto, un programa, un acuerdo, una ordenanza o una sentencia.2 Pareciera que lo relevante es cumplir con las obligacio­nes jurídicas y con los compromisos políticos adquiridos en campaña. Así, políticas públicas como la formulada para la población de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales —LGBT— de Medellín, son resultado de un compromiso electoral entre sus líderes en la ciudad y el alcalde del momento (Sergio Fajardo Valderrama). En estos procesos se prioriza el pago de favores políticos ante la necesidad de reconocer y garantizar un derecho a las minorías sexuales de la ciudad, a tiempo que se invisibili­zan las bases de esta comunidad para la identificación, construcción y ejecución de la política, y por lo general se asignan a consultores y a al­gunos integrantes de la población LGBT amigos de la administración,3 pero que aún están lejos de una transformación cultural que solucione los problemas a tratar.



Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos
En cuanto a la política pública para afroantioqueños, fijada en la Ordenanza 10 del año 2007, es un ejemplo de la debilidad que tienen las políticas que son resultado de la delegación de responsabilidades consagradas en el artículo 13 de la Constitución en consultores privados, pues estos formulan la política, el Gobierno obtiene un documento, pero el conocimiento y el panorama de la problemática se va con el consultor, además su percepción no va mas allá de la de observadores o turistas de una realidad que, generalmente, les resulta extraña. En consecuencia, con alguna frecuencia estas políticas son resultado de abstracciones académicas que no siempre terminan cumpliendo los objetivos.
El segundo reto de las políticas públicas se concentra en su adjetivación como instrumento público, calificativo que pareciera ser una categoría nominal, donde el Gobierno delega una responsabilidad constitucional en agentes privados, pero la vinculación de las comunidades aún está muy lejos de ser perceptible, y corresponde más a un ejercicio simbólico de legitimación donde se vende la idea de inclusión y empoderamiento, construcción horizontal y conjunta de las políticas entre las comunidades, el Gobierno y los grupos de interés, como esfuerzo colectivo para responder a demandas insatisfechas. Ejemplo de esto, son las políticas que tienen su origen en el Concejo, la Asamblea y el Congreso, políticas que generalmente no vinculan a la población. En este caso se está ante la delegación de la función pública en centros de consultoría y grupos de contratistas (universidades, ONG, consultores privados y empresas, entre otras), que se adjudican la función de construir e implementar las políticas, programas, planes y proyectos que pretenden responder a las falencias sociales o a las promesas realizadas por el Gobierno en épocas de campaña electoral. En estos casos la participación ciudadana es mínima o en algunos momentos inexistente y el impacto en los problemas no resulta significativo. Es este conjunto de debilidades las que someten a un problema de legitimidad a las políticas públicas, consecuencia de la incapacidad del Estado de convertirlas en un instrumento efectivo, incluyente y empoderador.

Las políticas públicas se han sustentado a nivel nacional en tres antecedentes: primero, la burocracia como elemento depositario de una previ[
FORUM Nro. 1 enero – julio de 2011 / Revista del Departamento de Ciencia Política, Universidad Nacional, Sede Medellín.
sión universal que trasciende los intereses particulares del ciudadano, es decir, una forma social fundamentada en la organización racional de los medios en función de los fines; segundo, la teoría de las organizaciones, que busca responder a la complejidad de las sociedades modernas a través de una organización corporativista que ha promovido la consolidación del institucionalismo colombiano; y, tercero, el Management Public, que consiste en aplicar dentro de la administración pública prácticas gerenciales propias del sector privado.

Lejos de sus propósitos iníciales estos antecedentes han materializado un contexto de corrupción, clientelismo e ilegalidad, anomalías adheridas al sistema político, como efecto de unas dinámicas clientelistas triangulares, engendradas en cada uno de estos tres momentos previos, que han dificultado el fortalecimiento de las instituciones en todos los niveles territoriales. El tercer desafío que enfrentan las políticas públicas se da por estas relaciones entre funcionarios, políticos y empresarios. Donde los funcionarios necesitan de los políticos para alcanzar sus cargos y mantenerlos, los políticos necesitan de los empresarios para poder financiar sus campañas y los empresarios de los políticos para crear leyes que beneficien a sus empresas. Estas dinámicas recíprocas han sido uno de los principales obstáculos de las políticas públicas, pues crean un triángulo de hierro que concentra el poder y lo utiliza para el beneficio propio de sus actores, excluyendo a la sociedad civil organizada y no organizada, e impidiendo la construcción de una gobernanza. Ver cuadro 3.

Las políticas públicas presentan seis momentos que están articulados entre sí como un proceso lineal. Abarcan desde la identificación del problema y estudio de factibilidad, hasta la evaluación ex post de la política creada. Los momentos planteados son:
1. La identificación del problema, es decir, cuando hay una diferencia entre lo que hay y lo que debería ser. Por su carácter programático y permanente las políticas públicas sólo sirven para atender problemas estructurales que exijan formulación en un mediano o largo plazo.


2. Luego de la identificación se adelanta un estudio de factibilidad que define los objetivos de la política, con base en la cantidad de recursos existentes y en las metas formuladas.
3. Posteriormente, se empodera a las comunidades y se descentralizan las funciones, de la administración pública a grupos de interés, lo cual permite la vinculación de las sociedades tradicionalmente excluidas, como es el caso de las minorías, en la formulación de las políticas que buscan responder a sus demandas, partiendo del supuesto de que “nadie sabe más sobre el problema que el afectado”.
4. Luego, se incluye la política pública en la agenda administrativa o se convierte en norma, asignando unos recursos financieros y técnicos que permitan ejecutarla de manera eficaz. Es aquí donde el Gobierno tiene una participación más


5. Se formula la política, lo que significa un punto de conciliación entre las comunidades representadas por los líderes y movimientos socia­les, y el Gobierno, para definir los parámetros y los objetivos comunes.
6. Finalmente se implementa la política y se estructura por líneas, pro­gramas y proyectos. De forma paralela a la ejecución se hace una eva­luación que tiene dos momentos relevantes: un momento ex ante, que tiene lugar en la identificación e investigación de la problemática, don­de se evalúa el estado de cosas y se define la factibilidad de la política. Por otro lado, se ubica el período de la evaluación ex post, que se da en la culminación de los programas y proyectos, donde se determina cuál fue su nivel de impacto, y así finalmente hacer una reingeniería de la política, si tiene continuidad, o construir un cuadro de resultados que defina cuáles objetivos se cumplieron, cuáles no, y qué resultados inesperados acontecieron.
El siguiente cuadro nos ilustra los seis momentos de la política de mane­ra secuencial.
Cuadro 4. Momentos de las políticas públicas
 











miércoles, 7 de noviembre de 2012

Sábado 10 de Noviembre de 2012.



PROPÓSITO: 
Explica la Políticas Públicas 

ACTIVIDADES:
  1. Hacer consulta y la lectura del tema.
  2. Redactar la relatoría para presentarla en la próxima sesión.
  3. Participar activamente en el Seminario.
  4.  Lectura complementaría.
POLÍTICA EXTERIOR. Gobierno Santos

Transcurrida la mitad del gobierno Santos, conviene hacer un balance del fuerte pedaleo internacional que lo ha caracterizado y que lo diferencia de sus antecesores. El tema, que no solía interesar al país, ha alcanzado altos puntajes en términos de favorabilidad y se ha convertido en blanco de la oposición del mandatario anterior.
Distintos analistas han reconocido un giro de la política exterior, pero han criticado su presunta carencia de norte y de estrategia, así como un marcado sesgo mercantilista. Para ver qué tan sustantivo es el giro y cuánto se ha ampliado el relacionamiento internacional, conviene hacer un breve recuento de lo realizado hasta ahora.
Venezuela y Ecuador
La recomposición de las relaciones con los vecinos era el paso indispensable para retornar a Suramérica.
Con Venezuela, la relación se ha mantenido en un terreno estrictamente intergubernamental, mientras que con Ecuador se han involucrado a otros sectores mediante la Comisión de Vecindad y la Comisión Binacional Fronteriza (Combifron). Con ambos países, se ha dado prioridad a las fronteras compartidas. En el caso colombo–ecuatoriano se avanzó incluso hasta formular conjuntamente los planes “Fronteras para la prosperidad y el buen vivir” y “Seguridad fronteriza”.
En materia comercial, además de lograr el recaudo de la mayor parte de la deuda a proveedores colombianos, se acordó con Venezuela un instrumento que reemplaza las normas de la Comunidad Andina, de la que este país ya no hace parte. Aunque el comercio ha vuelto a crecer tras su caída vertical, el interés del empresariado colombiano no fronterizo en ese mercado ha disminuido. De otra parte, Colombia ha realizado esfuerzos para compensar una balanza comercial desfavorable a Ecuador, así como en proyectos de articulación energética y aérea.
En el tema de la seguridad, en ambos casos se ha dado prioridad a la lucha contra las drogas, el crimen organizado, la extorsión y el secuestro. Venezuela ha deportado a una veintena de narcotraficantes y paramilitares, y a algunos guerrilleros. Colombia entregó a Caracas –y no a Washington, que también lo reclamaba– a un antiguo aliado del gobierno bolivariano acusado de narcotráfico.
Pero los problemas fronterizos, de vieja data, no son fáciles de revertir debido, entre otras razones, a la corrupción de las fuerzas de seguridad, aprovechada en los tres países por narcotraficantes, guerrillas y paramilitares, que se disputan el control de los contrabandos de gasolina, drogas y armas. Al menos hay canales de diálogo y acciones coordinadas frente a problemas de seguridad transfronterizos.
De regreso a Suramérica
La superación de la crisis en las relaciones con los dos principales vecinos y socios comerciales de Colombia, heredada del gobierno anterior, permitió el reencuentro con el resto de Suramérica, de la cual nos habíamos distanciado debido a las tensiones con los vecinos y al malestar causado por el acuerdo sobre las bases militares con Estados Unidos.
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Sin embargo, en ocasiones ha faltado coherencia en el esfuerzo por servir de eslabón regional. Foto: Cancillería.
Notable ha sido el fortalecimiento de los vínculos con Argentina y con Bolivia, hasta entonces muy precarios. En cambio, con Brasil la relación no ha sido fácil, aunque se reactivaron la Comisión Bilateral y la Comisión de Vecindad, se acordó un plan binacional de seguridad fronteriza y han aumentado las inversiones y los intercambios comerciales.
En Unasur, el gobierno colombiano pasó de ser el país problema a participar en todas sus iniciativas y a comprometerse con el ejercicio plural de su secretaría general. A su vez, la reintegración de Colombia a Suramérica fue la puerta de entrada a toda la región.
Coherencia e incoherencia frente a América Latina
El presidente Santos suele reiterar que América Latina debe “superar cualquier diferencia que persista y pensar en grande”. Con ese fin en unos casos de tensión ha servido de eslabón y en otros ha tratado de introducir contrapesos.
Así ocurrió, por ejemplo, con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), a la que defendió como espacio propio, pero no contrapuesto, frente a la Organización del Estados Americanos (OEA).
Algo similar ocurrió con Honduras. Santos invitó a Porfirio Lobo a la reunión con Hugo Chávez en Cartagena. Los gobiernos de Colombia y Venezuela, que habían adoptado las posiciones más opuestas sobre el asunto, acompañaron el plan de reconciliación y lograron el retorno del depuesto presidente y el de Honduras a la OEA, así como la reunificación hemisférica en torno a un asunto que no habían podido resolver Estados Unidos ni Brasil.
En el caso de Paraguay, Colombia condenó —alineada con Unasur— la forma como fue depuesto el presidente Lugo y propició en la OEA el envío de una misión para acompañar la convocatoria a elecciones.
Sin embargo, en ocasiones ha faltado coherencia en el esfuerzo por servir de eslabón regional. No se ha asumido que, para servir de puente regional, se requiere de una política de alianzas con Brasil, lo que, desde luego no es fácil debido al recelo brasileño frente a cualquier intento de liderazgo puntual colombiano.
En la VI Cumbre de las Américas, el gobierno colombiano solo no podía transformar la convergencia regional en torno a temas litigiosos como el de drogas o de Cuba, en una ratificación presidencial de los acuerdos temáticos previamente alcanzados.
En el Consejo de Seguridad, los gobiernos de Brasil y Colombia no coordinaron su actuación cuando en 2011 coincidieron como miembros no permanentes, lo que limitó el efecto de iniciativas colombianas como la de transformar la operación de paz en Haití en una acción en pro de su desarrollo o los intentos por acercar a Palestina e Israel.
También se observa incoherencia en el limitado seguimiento a los compromisos multilaterales y en su aplicación interna. Es el caso deldebate sobre las drogas, abierto por el gobierno colombiano en la Cumbre de las Américas, pero que puede estar diluyéndose por falta de nuevas iniciativas que promuevan el examen de alternativas a la política fracasada.
También hay incongruencia entre iniciativas internacionales como la de los objetivos de desarrollo sostenible, acogidos en la Cumbre Río + 20, en contraste con la locomotora extractivista y sus efectos ambientales.
No obstante esas deficiencias hay que resaltar la participación proactiva del gobierno en todos los espacios multilaterales subregionales y ya no solo en la Comunidad Andina.
En sus inicios, el gobierno de Santos no le concedía prioridad a la pertenencia caribeña de Colombia ni a la regionalización grancaribeña, pero más tarde aceptó comprometerse con una secretaría general que rescate la Asociación de Estados del Caribe, paralizada por las urgencias del libre comercio y los negocios energéticos.
En el Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla, conCentroamérica, México, Panamá y República Dominicana, el gobierno continúa los apoyos en materia de seguridad regional.
En la Alianza del Pacífico, Colombia, junto con México, Chile y Perú, países que tienen tratados de libre comercio entre sí y con Estados Unidos, comparten el mismo objetivo: entrar al mercado asiático, acercarse a China en mejores condiciones y a la relación de ese país con Estados Unidos. Su actuación conjunta podría ejercer un cierto contrapeso a Brasil y a las dinámicas políticas hoy predominantes en Suramérica.
CIVETS y Asia Pacífico: nuevas fronteras
La relación con Asia es prioritaria para el gobierno y a ella se le dedica una parte significativa de los lineamientos de política exterior en el Plan de Desarrollo 2010-2014. Este frente ha conocido desarrollos multilaterales e iniciativas para fortalecer nexos bilaterales.
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También se observa incoherencia en el limitado seguimiento a los compromisos multilaterales y en su aplicación interna.Es el caso del debate sobre las drogas.
Foto: Cancillería.
El gobierno colombiano ha intentado consolidar el nuevo grupo CIVETS (así denominado por las iniciales de sus miembros: Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Suráfrica) [1]. Para ello ha visitado a algunos de esos países e iniciado con ellos negociaciones comerciales, abrió embajadas en Indonesia yTurquía, y organizó, en Cartagena en junio de 2012, el primer diálogo de cooperación Sur – Sur con los CIVETS, más delegados de Azerbaiyán y Kazajistán. Allí se identificaron temas para impulsar esa cooperación con el fin de diversificar las relaciones de las economías emergentes, institucionalizar su cooperación y explorar el alcance que pueda tener el grupo.
El presidente Santos encabezó la visita a Japón y Corea del Sur, en septiembre de 2011. En Tokio firmó un acuerdo de protección y promoción de inversiones y otro de inicio de negociaciones para unaasociación comercial.
En Seúl recordó que Colombia fue el único país latinoamericano que estuvo en la guerra de Corea, habló de una asociación estratégica e inició las negociaciones del TLC. El mandatario surcoreano, en Bogotá en junio de 2012, destacó que con los 5.000 colombianos combatientes en Corea y con los nexos renovados se sellaba una “alianza de sangre” que convertía a su país en el mejor aliado de Colombia en Asia-Pacífico; ofreció estudio a familiares de los veteranos y rehabilitación de afectados por minas antipersona. En reciprocidad, Colombia apoya el ingreso de Corea del Sur al mercado suramericano, al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas entre 2013 y 2014 y la petición a Corea del Norte de destrucción de su arsenal militar.
Con la visita del presidente Santos, en mayo de 2012, a Singapur yChina, segundo socio comercial colombiano, el gobierno intenta acercarse a la región de mayor dinamismo internacional. Busca encajar o aprovechar algunas prioridades chinas, su excedente financiero y su posicionamiento geoestratégico.
De ahí la aceptación de nueve memorandos que incluyen examinar un TLC con ese país, el acercamiento chino con la Alianza del Pacífico y la presencia de Petrochina en Colombia, que tiene interés en intervenir como productora en varios proyectos nacionales y beneficiar sus inversiones en Venezuela y Ecuador a través del oleoducto colombo-venezolano hacia el Pacífico y de las conexiones energéticas colombo-ecuatorianas.
En energía eléctrica, se firmó un principio de acuerdo entre Hydrochina y Cormagdalena para la segunda fase del proyecto sobre el río Magdalena.
Se prevé la participación china en obras de infraestructura vial, ferroviaria, portuaria y aeroportuaria y en producción alimentaria. Se obtuvo el levantamiento del veto al acceso de productos colombianos al mercado chino. Colombia abrió un consulado en Shanghai, centro económico de China.
Estados Unidos y Europa: vínculos renovados
Santos quiso dar señales del giro frente a la política exterior de su antecesor —centrada en Estados Unidos— al no incluir a Washington en su periplo como presidente electo y en posteriores reuniones con Obama a quien le manifestó “no vamos a seguir siendo el país receptor de ayuda. Vamos hablar de tú a tú, entre socios".
Esas han sido señales de realismo al asumir que ni a Colombia le conviene relacionarse con el mundo a través de Estados Unidos, ni esa nación está en condiciones de mantener el mismo nivel de apoyo al país. Tras años de una agenda dominada por los asuntos de narcotráfico y seguridad militar, ambos países necesitan reequilibrar la relación.
Aunque se habló del llamado "Diálogo de alto nivel entre socios", que involucra otros temas como buen gobierno, democracia y derechos humanos, energía, ciencia y tecnología, la relación se ha centrado en el comercio y en la puesta en marcha del TLC.
Se han producido divergencias en algunos asuntos, como las expresadas por el mandatario colombiano en la VI Cumbre de las Américas sobre temas como el de Cuba y el de la política de drogas. Obama las ha tolerado. En un medio hemisférico más bien hostil, Estados Unidos no puede perder un aliado y por eso en el mismo escenario renovó los nexos y anunció la ampliación a diez años de las visas a los colombianos.
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No obstante esas deficiencias hay que resaltar la participación proactiva del gobierno en todos los espacios multilaterales subregionales y ya no solo en la Comunidad Andina.
Foto: UN Photo/Mark Garten
Además, el gobierno Santos lo ha seguido teniendo como contraparte principal en diversos propósitos centrales y ha coincidido con Washington en el Consejo de Seguridad sobre la intervención en Libia o el rechazo al reconocimiento de Palestina como Estado soberano. En este último caso la abstención colombiana ayudó a que Estados Unidos no tuviera que pagar el costo de usar su veto.
Una vez abierto el compás diplomático hacia todas las Américas y ya surtido con las iniciativas asiáticas, el gobierno colombiano emprendió giras por Europa. En el Reino Unido tuvo el mayor eco al recibir el pedido de que Colombia se convierta para ellos en el país estratégico en América Latina.
Londres, Berlín, París y Madrid apoyan la solicitud de ingreso de Colombia a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD), al tiempo que han hecho reconocimientos a la nueva situación política y económica colombiana. Las negociaciones del TLC con la Unión Europea concluyeron en medio de su crisis.
Logros y limitaciones
En estos dos años el gobierno ha logrado que Colombia deje de mirar al mundo solo a través del combate a las guerrillas y diversifique la agenda externa, sustrayéndola de su reducción a Estados Unidos y a los asuntos de seguridad y de drogas.
En los distintos ámbitos de las relaciones exteriores hay avances y resultados, aunque subsisten deficiencias en la definición, la coherencia y la elaboración explícita de su estrategia, así como cierta dificultad para construir alianzas con Brasil.
Ha mantenido el énfasis comercial del gobierno anterior mediante relaciones centradas en la negociación de un sinnúmero de tratados de libre comercio y de acuerdos de inversión.
Lejos de supeditarse a la tendencia chavista —como lo acusa el ex presidente Uribe— Santos ha mostrado capacidad de relacionarse y de servir como articulador de corrientes en una variada gama de izquierda, centro o derecha, así como de diversificar las relaciones internacionales, especialmente con América Latina y el Caribe y con los principales países asiáticos.
Hay que resaltar no pocos cambios:
  • Una visión mucho más cosmopolita y plural de la región y del mundo, que respeta las diferencias y las vuelve puntos de partida, no obstáculos.
  • La actuación multilateral sacó a Colombia del aislamiento regional al que había sido sometido por el unilateralismo de la administración pasada.
  • Se han ampliado las iniciativas para asumir las distintas pertenencias geográficas del país y derivar de ellas una variedad de vínculos.
  • Se ha rescatado el apoyo nacional a la diplomacia como instrumento para concretar resultados.
Los pasos hacia un cambio de la política exterior colombiana son, pues, relevantes y se han logrado gracias a la sorpresiva reorientación adoptada por el presidente Santos y a la habilidad de su canciller.
Pero la sostenibilidad de esos cambios depende de las condiciones internas del país, que limitan el aprovechamiento de las posibilidades abiertas. Las debilidades de la institucionalidad democrática y las alianzas entre economía, política y criminalidad impiden el éxito frente al crimen organizado.
La vinculación con el mundo, centrada en exportaciones minero–energéticas a costa del sector agropecuario e industrial, conlleva costos sociales y ambientales insostenibles. Los acuerdos comerciales y las inversiones terminan entonces beneficiando a la contraparte con graves efectos internos, sobre todo dados (a) la precaria situación de la infraestructura de vías, aeropuertos, puertos, navegabilidad y conectividad; (b) el bajo nivel de la educación, la ciencia y la tecnología; (c) la disparidad regional y (d) las altas tasas de pobreza e inequidad.
El papel de bisagra entre tendencias regionales, el ingreso a la OCDE y APEC o el impulso del grupo CIVETS implican fortalecer las relaciones aún incipientes de Colombia con el mundo desarrollado y con los países emergentes, resolver los problemas del dispositivo diplomático, cuya profesionalización se ve impedida por el clientelismo, y construir las premisas internas necesarias para una amplia y positiva inserción internacional.